Seguramente inspirado en el capítulo La construcción del reino que presentaba Fernando León de Aranoa en los extras del DVD de Princesas, reservamos este espacio para mostrar cómo se fabrica un camerino para una película, en este caso de metraje corto, desde la elección de una localización hasta el resultado final, pasando por el diseño de los bocetos que preparó el departamento de arte para visualizar, a priori, cómo iba a ser El Camerino.
En primer lugar, y tras la lectura del guión, es fundamental imaginar un mundo concreto en tu cabeza. Cristina Vivó, directora de arte de El Camerino, tuvo que armar un espacio virtual basado en el negro sobre blanco de Ana Ramón Rubio.
La idea era, fundamentalmente, recrear el camerino de teatro que cualquier espectador o espectadora tiene en mente cuando piensa en este tipo de habitáculo. Nuestro equipo de producción entendió que si buscas un camerino de teatro, la mejor opción era buscarlo en un teatro. Hay que destacar que los principales coliseos de la escena valenciana abrieron sus puertas a nuestros responsables de localización, los cuales encontraron espacios más prácticos para los tiempos que corren, pero menos cinematográficos de lo que sus prejuicios marcaban. Esta alternativa, por tanto, quedó descartada una vez visitados.
Tras una primera reunión entre los departamentos de dirección, fotografía y arte donde se concretó tanto el estilo como la colorimetría que se iba a utilizar para recrear el espacio, comenzó la búsqueda en tiendas de restauración de muebles y la clasificación de ejemplos existentes que sirvieran como referencia para generar un concepto propio, ideado por Cristina Vivó, con el visto bueno del departamento de dirección.
¿Dónde se construyó El Camerino?
Algunas de las cosas positivas que tiene Google es que, a veces, encuentras lo que buscas, incluso de casualidad. Nuestra producción se ha llevado a cabo en Valencia, por tanto, siguiendo la lógica, si buscábamos ‘camerino valencia’ en este buscador aparecería de repente lo que buscábamos. Y así fue. Localizamos un bonito restaurante, dedicado al arte, situado en la Calle Cura Femenía, número 16, en el valenciano barrio de Ruzafa, que tiene el mismo nombre que nuestro proyecto: El Camerino.
La localización escogida para el rodaje de la película contaba con gran parte del mobiliario necesario. El siguiente paso, por tanto, consistía en la realización de un inventario que plasmara el material disponible y nos permitiera una selección cuidada de qué elementos iban a formar parte de El Camerino.
No todo iba a resultar tan fácil como parecía. Hay tres elementos que desde el primero momento estaban en el listado de aquello que debía aparecer: un sofá, un espejo con bombillas y un biombo.
En otras de esas casualidades, el sofá que finalmente se muestra en escena nos lo prestó Bonjour Tattoo Parlour, estudio de tatuajes situada pared con pared con el restaurante donde se rodó El Camerino.
Sobre el chester se decidió crear un cuadro de gran formato que, bajo los bocetos de Cristina Vivó, realizó Ana Sisternas, ayudante de arte. Aunque la idea primigenia era colgar un telar que cubriera la totalidad de la pared situada sobre uno de los escenarios principales donde transcurre la trama.
El espejo que cualquier persona imagina cuando recrea un camerino, no se ajustaba del todo a lo que Cristina Vivó y Ana Ramón Rubio querían ubicar en nuestro particular habitáculo. ¿Solución? La incorporación de bombillas al cristal ideal, para incorporar al tocador que finalmente se ve en el film.
El tercer inconveniente radicaba en la existencia de espejos en el biombo. Éste debía aparecer en el decorado porque tenía una función concreta: tapar una puerta indeseada que necesitábamos obviar ya que, por guión, no tenía sentido que estuviera. Los cristales sólo podíamos camuflarlos -eliminando así los brillos- mediante un proceso de tapizado respetando su estado original, ya que todos estos muebles poseen una carga sentimental incalculable; es un material que se debe tratar con mucha delicadeza.
Una vez restaurados los elementos que lo precisaban y recopiladas todas las piezas acordadas en el listado de necesidades de este departamento, se planificó una prueba de iluminación y arte para comprobar que todo encajaba y, además, prever cualquier cambio antes de que se acercara la fecha definitiva del rodaje.